La naturaleza del efecto placebo

La mejora que se observa en pacientes con una enfermedad crónica o dolor para el que no existe fármaco eficaz, tras usarse un “medicamento” sin principios activos (lo que se denomina “efecto placebo“), podría producirse no sólo en pacientes que desconocen que el medicamento en realidad es falso, sino también en aquellos que conocen la verdad.

Este es el resultado que arroja el ensayo clínico realizado por Ted Kaptchuk de la Harvard Medical School en Boston.  El autor dice que creó el ensayo porque parece que una de las inquietudes de los médicos es el efecto placebo.  En una encuesta entre 1200 internistas y reumatólogos que Kaptchuk y otros publicaron en 2008, aproximadamente la mitad de los participantes reconoció haber recetado placebos. En ocasiones estos placebos eran píldoras realmente inertes, per muy a menudo eran “placebos impuros”: sedantes, vitaminas, analgésicos de venta sin receta, antibióticos, o incluso medicamentos que los médicos creían que carecían de acción específica sobre la enfermedad, pero podría proporcionar un beneficio por el efecto placebo.

De entre los que reconocían haber recetado placebos, muy pocos pusieron esto en conocimiento de los pacientes.  Muchos describían el tratamiento como “un medicamento que no se utiliza normalmente para su enfermedad pero que podría beneficiarle”, o algo por el estilo.  Este tipo de engaño debería ser considerada como poco ética, dice Kaptchuk.  Y según este estudio, sería innecesario.

El equipo reclutó a 80 personas con síndrome de intestino irritable (SII), que incluye síntomas como dolor abdominal crónico, malestar, y movimientos irregulares del intestino, para “un estudio novedoso de gestión de mente-cuerpo del SII”.  Todos tuvieron una conversación de 15 minutos con un médico o enfermera simpáticos, que les dijeron que recibirían o pastillas placebo o ninguna pastilla en absoluto.  Se les dijo también que los placebos no contenían ningún principio activo, pero podría tener un efecto de gran alcance porque el cuerpo responde a ellos “como los perros de Pavlov” a una campana. Las cápsulas de gelatina placebos (azul y marrón) se suministraron en un frasco con la inequívoca etiqueta “píldoras de placebo”.  No hay duda alguna de que los pacientes se dieron cuenta que eran píldoras totalmente inocuas, dice Kaptchuk: “Se les dijo tantas veces, que les rebosaba por sus oídos.”

Tres semanas más tarde, el grupo al que se les suministraron los placebos se encontraban significativamente mejor, en las diferentes escalas de bienestar del paciente que a menudo se usan en ensayos de medicamentos para SII.  En la denominada Escala IBS de Mejora Gobal, por ejemplo, en la que la mejora se mide en una escala de 1 a 7, el grupo sometido a placebo obtuvo un promedio de 5.0, frente a un 3.9 del grupo de control, que no tomo medicamento alguno, según presentan en la revista PLoS ONE.  La diferencia es “enorme”, dice Kaptchuk; de hecho, es comparable a la mejoría observada en muchas pruebas de drogas real para el SII.

Kaptchuk dice que su equipo no está abogando por el uso generalizado de los placebos todavía. El grupo está tratando de replicar los hallazgos en estudios con diferentes enfermedades y un mayor número de pacientes.

Una debilidad potencial del estudio, según algunos investigadores, es que debido a que la medida del resultado es tan subjetiva, los pacientes con placebo pueden haber exagerado su mejora, por ejemplo, para complacer a los investigadores.  Eso es cierto, admite el coautor del estudio Irving Kirsch, psicólogo de la Universidad de Hull en el Reino Unido, pero en su opinión en este tipo de estudio, es simplemente imposible eliminar este tipo de sesgo.

“Estamos aprendiendo que no es útil para establecer tal distinción rígida entre la mente y el cuerpo”, dice James Bodfish de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, uno de los autores de estudios anteriores sobre el efecto placebo. “Lo que consideramos como los trastornos físicos podrían ser tratados con la ayuda de tratamientos psicológicos y viceversa”, dice Bodfish. Bodfish ve otra debilidad potencial del estudio IBS, sin embargo: La forma en que se anunció haya atraído a los pacientes que estaban más abiertos y sensibles a conseguir mejores resultados en los placebos, que pueden haber impulsado el éxito del placebo. “Curiosamente, esta debilidad también puede ser una fuerza cuando se ve desde otra perspectiva”, añade. “En el contexto de la “medicina personalizada”, podría tener sentido para prescribir el tratamiento con placebo de forma selectiva sólo a aquellos pacientes más propensos a beneficiarse de ella.”

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